lunes, 2 de mayo de 2011

NO SE PUEDE MIRAR

"Vistióse tan precipitadamente, que la vi medio desnuda. Pero ni ella, con el gran azoramiento de la prisa, cayó en la cuenta de que estaba mostrando su lindo cuerpo, ni yo me cuidaba más que de ayudarla a vestir, poniéndole enaguas, medias, zapatos, ligas. Al fin salimos de la casa y huimos a toda prisa de la calle de la Sal, por temor a encontrar al licenciado Lobo o a mi amo. Hasta que nos vimos en la Puerta del Sol, no tomamos aliento, y sintiéndome yo sin fuerzas, nos sentamos en un escalón junto a la Mariblanca. Profundo silencio reinaba en la plaza: Madrid dormía sosegado y tranquilo. Paseé mi vista en derredor, y no vi más que dos perros que se disputaban un hueso. El chorro de la fuente alegraba nuestras almas con su parlero rumor.

—Ya estás libre, condesilla —dije, reclinándome sobre el pecho de Inés—. Bendito sea Dios que nos ha sacado de allí. No te olvidaré nunca, horrenda noche de amargura; no te olvidaré nunca, risueña mañana de este día feliz. Estamos en lunes, día 2 del mes de mayo.

Un rato permanecí en aquella postura, porque estaba rendido de cansancio. El día se acercaba; se sentían los lejanos y vagos rumores, desperezos de la indolente ciudad que despierta. Por Oriente, hacia el fin de la calle de Alcalá, se veía el resplandor de la aurora, y cuando nos retirábamos, Inés y yo nos detuvimos un instante a contemplar el cielo, que por aquella parte se teñía de un vivo color de sangre".

(Benito Pérez Galdós. Episodios Nacionales. El 19 de marzo y el 2 de mayo. Ediciones Urbión. Editorial Hernando. 1976. Página 268)

Imagen de cabecera: Goya. No se puede mirar. Serie de grabados Los desastres de la guerra.

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