No corren buenos tiempos para casi nadie y quien más quien menos se queja por algo. Algunos, incluso, se quejan por todo, pues sabemos que el quejarse es deporte nacional español, seguramente más que la envidia, aunque pensándolo un poco es muy probable que ambos vicios, la queja y la envidia, provengan del mismo tronco. Uno no entiende muy bien la insistencia en esta actitud que, por lo que se ve, debe de procurar muy buenos momentos a aquellos que la practican.
No se entiende, digo, y más habiendo lugares como el Retiro. Hacía mucho tiempo, años, lustros, década y media quizá, que uno no se paseaba por este pulmón de Madrid en una tarde de domingo, que es, sin disputa, el día del Retiro. Lo que encontré me llenó los ojos, la nariz, los pulmones, el alma. Todo el que haya ido al Retiro alguna vez en una tarde festiva de buen tiempo sabe a lo que me refiero. Es un lugar para recrearse con la vida, que allí, aunque un poco falsa con esa falsedad de la felicidad del domingo, hierve a borbotones; es un lugar para sonreír a los niños pequeños y juguetones que nos cruzamos, para mirar sin recato a la moza garrida que nos ignora y para extasiarse en la envidia que sentimos al ver de cerca los arrumacos de esa pareja perfecta que, no sabemos por qué, sólo vemos en el Retiro.
Aquí no hay ni crisis ni gaitas. Es la Arcadia de Madrid. Pasear es gratis -es, más exactamente, de las pocas cosas gratuitas que existen- y el Retiro no se ha visto afectado por la brutal bajada de clientes que sí han experimentado los cines, bares y restaurantes. No hay crisis ni cataclismo que pueda contra la verdura civilizada y feliz de este parque público, uno de los mejores del mundo. En el Retiro hay muchas familias, top-manta, patinadores, deportistas, músicos callejeros, puestos de golosinas -con sus clásicas y castizas garrapiñadas flotando entre la densidad de las chocolatinas y el algodón de azúcar-, alguna terraza de un aguaducho, grandes avenidas de transeúntes, árboles de todos los tipos y, sobre todo, mucha belleza.
En el Retiro hay paisajes para todos los gustos y estados del alma. Hay zonas sombrías, selváticas, donde esconderse de las miradas ajenas; hay plazoletas despejadas, con su monumento en el centro, donde sentirse el personaje de una novela decimonónica; hay bulevares de cariz parisino y romántico, colmados por sonrisas y una pizca de reencontrada alegría; hay, incluso, algún rincón prosaico, sin interés, que, por contraposición, dota de verdadero significado a todo lo demás.
Lo mejor es la zona del estanque, con el monumento a Alfonso XII sirviéndole de fondo. Al atardecer, la lámina de agua de vuelve de oro líquido, y las barcas flotan despreocupadas e indolentes, como nenúfares errantes, por lo que parece el Mundo de las Ideas de Platón en versión acuática. Desde la barandilla, nosotros asistimos al espectáculo tranquilo, lírico y sobrecogedor de las barcas, queriendo ser uno de esos galanes perfectos que reman de un lado a otro del estanque mientras la chica descansa. De vez en cuando él deja de remar, se incorpora con cuidado de que la barca no se tambalee más de lo aconsejable y ofrece sus labios para que su enamorada, arrellanada y desfallecida en la proa, los bese. Nosotros, los codos apoyados en la barandilla, la lágrima pugnando por salir, hundiéndonos como el sol que se esconde por detrás del edificio del Ayuntamiento, escuchamos, leemos en los lejanos labios:
-I´m so happy…
Es demasiado bonito, demasiado duro, y decidimos irnos. Ya casi ha anochecido. Llevados por un rapto sentimental, cogemos una amapola que, en estos días, crecen en los parques, descampados y cunetas, y la llevamos de la mano, creyéndola alguien, algo; creyéndonos nosotros alguien, algo. La gente nos mira. Pero que el desasosiego no nos frene, que no nos impida disfrutar de la Arcadia rosada y efervescente del Retiro, donde ni hay crisis, ni existe la tristeza, ni la muerte, ni el olvido.
Imagen de cabecera: "Romanticismo en el Retiro". Óleo sobre tabla (41x31 cm). Del blog Entre paletas y pinceles, por Delia: deliamartin.blogspot.com.
alfredo : Sensacional,las Ideas de Platón flotando en El Retiro...
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