martes, 4 de octubre de 2011

EN EL TELAR

Dado que mi pobre relato LA ISLA -que tantas horas de mi vida se llevó por delante- ha pasado con más pena que gloria y nuestro difunto protagonista no hallará muchas almas que compartan su soledad y sufrimiento, están en preparación un par de entradas con contenido autobiográfico que espero gocen de algo más de suerte. Y es ahí, en la autobiografía, donde cifro mis esperanzas, pues está visto que solamente interesa lo que a uno le pasa o le deja de pasar. La pregunta más usual -y diría que la única- cuando uno escribe algo es: ¿pero eso pasó de verdad? Pensándolo un poco, a este escritor le interesa más bien poco lo que le pasa a él, y en cambio le interesa mucho lo que deja de pasarle, o sea, lo que les pasa a los demás. Y como en literatura se relata siempre lo que pasa pero también y sobre todo lo que deja de pasar, se da uno cuenta de que por muy autobiográfico que sea un texto, siempre trata sobre los otros pues a los otros va dirigido. Quien escribe sobre un hecho de su vida no tiene más remedio que distorsionarlo para que los demás le entiendan, es decir, no tiene más remedio que hablar por boca de los demás relatando lo que deja de pasar. Ahí está el quid y la lección, y en las dos entradas sucesivas (aviso a navegantes) está la desesperanza, por si alguien quiere compartirla conmigo. Las próximas entregas se titularán:

-"La canción más triste" (o "Escena galante") y

-"Añoranza de una escena galante"

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