"En el huerto del monasterio de Herbón había —que ya no hay— un casar de palmeras: el macho, como un gallo, fantasmal y soberbio; la hembra, como una pava clueca, esponjada y mimosa. Pero la dama palmera se murió, dicen que de un mal invierno, y el caballero palmera, que no pudo aguantar la soledad, se murió también, de tristeza, que es poética muerte. En el huerto del monasterio de Herbón, el ruiseñor, despierto en la alta noche, guardó silencio durante nueve noches con sus días. Fueron noches muy tristes, noches en las que sólo se escuchó el amargo silbar de la lechuza escurriéndose por encima de las verdinegras y durísimas hojas de los robles".
(Fragmento de La rosa, primer libro de memorias de Camilo José Cela)
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