sábado, 5 de enero de 2013

DOS MANOS UNIDAS EN IÁSNAIA POLIANA

Liev Tolstói, retratado por los años en que escribió "Resurrección". Lápiz sobre papel Canson
"Me imagino que, desde la más tierna edad, a nuestros hijos debería enseñárseles que un hombre no puede ser superior a otro... que es una vergüenza y una bajeza el querer hacerse superior al prójimo".

Unas palabras de Mauricio Wiesenthal, extraídas de su libro El viejo León. Tolstói, un retrato literario:

"Él se consideró siempre feo y, quizá por eso, cubriría siempre su barba por una barba poblada. Tenía la nariz chata y respingona, los ojos pequeños y hundidos -aunque muy vivos-, los labios prominentes (algunos de sus personajes se distinguirían por ese rasgo), las orejas altas y el cabello rebelde. En su juventud era, además, apasionado y melancólico, inestable de carácter y sentía una timidez invencible con las muchachas. Poco a poco fue venciendo esas dificultades, creándose una imagen de dandi -con una expresión de desdén y fastidio a lo Byron- y distinguiéndose más por sus extravagancias que por su elegancia".

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