martes, 23 de julio de 2013

SÓLO LO FUGITIVO PERMANECE

J. M. William Turner. Dido contruyendo Cartago. 1815. Óleo sobre lienzo.
Estoy en El Pardo, mirando hacia el norte. De repente se abre ante mí un paisaje mágico, de luz de atardecer, como los de las acuarelas de Turner. Precisamente es eso lo que pienso durante el sueño, y lo recuerdo ahora con toda nitidez: “es un paisaje como los que pintaba Turner”. Una luz dorada y dulce baña todo el escenario, que, como suele ocurrir en los sueños, es El Pardo pero no es El Pardo. Es El Pardo porque sé que estoy en El Pardo, pero los elementos poco tienen que ver con El Pardo. Hay siluetas azules de barcas sobre un lago que yo veo desde una carretera. En el cielo, unas nubes pequeñas también azules se recortan sobre el fondo amarillo de la luz atardecida. Trato de captar ese momento haciendo una foto con el móvil porque sé que es un instante perecedero que se irá pronto y que jamás volverá, pero mis nervios ante lo mágico e irrepetible me hacen torpe. Por más que lo intento, no logro sacar la foto: el botón no funciona, el móvil se me resbala de las manos como si tuviera vida propia… Mientras, el atardecer se va cayendo, hasta que llega la noche. Me desespero. La estampa se me va de las manos. Al cabo de varios intentos todo se oscurece y el polvo de hadas se evapora. Ya no hay opción, ni nunca más la habrá. Fue imposible atrapar el instante mágico, y una fuerte tristeza me invade. Es como si aquello contemplado nunca hubiera sido real por no haberse podido fijar, como si nunca hubiera ocurrido. Pero, ¿acaso no ha sido siempre así, que los instantes y las palabras vienen y pasan, que son irrepetibles y que es vano tratar de eternizarlos, por más cámaras fotográficas, ordenadores, móviles, procesadores de textos y redes sociales que tengamos? En el sueño, mi decepción vino, fundamentalmente, de no haber podido compartir ese paisaje que creía extraordinario. ¿Dónde está, dónde quedó? Y se me hace difícil convencerme de que queda en mi memoria, de donde acaso no debe salir.
Hoy, una de las primeras cosas que he hecho ha sido fotografiar una ilustración de un libro de un cuadro de Turner, bastante parecido al paisaje de mi sueño. Se trata de Dido construyendo Cartago. Lo tengo ya como fondo de pantalla en el móvil e imagen de portada en Facebook. Y ahora mismo, en esta mañana vacacional de verano, a falta de estímulos exteriores, de cosas importantes que hacer, este sueño es mi más rabiosa actualidad, la razón más poderosa que tengo para estar despierto.